miércoles, 28 de agosto de 2013

Una muerte y un exilio

Las últimas palabras de Martín Cobos: “Ayudalo a Enrique que lo van a matar”

Por Elena Corvalan

Una muerte y un exilio. Esas fueron las situaciones que vivieron los miembros de la familia Cobos desde la madrugada del 25 de septiembre de 1976 cuando hombres vestidos de civil, con medias en la cabeza y calzados con borceguís irrumpieron en su domicilio a las 2 de ese día buscando a Enrique Cobos, quien militaba en la Juventud Peronista (JP), y era de las filas montoneras. Terminaron fusilando en la entrada de una casa de vecinos de la zona al más chico de los Cobos, Martín, quien en ese momento tenía 18 años.

“Ayudalo a Enrique que lo van a matar”, fueron las últimas palabras de Martín, tras haber sufrido el acribillamiento que dejó  30 balas en su cuerpo. Falleció ese mismo día tras ser llevado al Instituto Médico, la entidad que más cercana quedaba del lugar donde ocurrió su matanza.

Los recuerdos de aquella madrugada fueron revividos por los testigos en la inspección ocular que se hizo ayer en la calle General Güemes 1979, en el marco del mega juicio que se lleva adelante por delitos de lesa humanidad en perjuicio de 24 víctimas durante la última época de la represión en Argentina. Donde se hizo la inspección es la vivienda que habitaban en el momento de los hechos los padres de los Cobos, los tres hermanos (Cristina, Amparo y Martín), y la empleada doméstica con su pequeño hijo. Enrique se había casado en abril de ese año, por lo que se había mudado al barrio Santa Lucía. Ya el 24 de marzo de 1976, había sido detenido por el Ejército en la casa paterna, recuperando luego su libertad. Cristina, quien también busca Justicia por su compañero desaparecido, el soldado Víctor Brizzi, recordó que la persecución era sobre ella y Enrique, militantes de la JP. Esta es una de las últimas acciones que se están llevando adelante en el mega juicio. Si bien ayer se preveía contar con la declaración de la jueza Martha Sofía Poma en su domicilio de San Lorenzo, la actividad fue suspendida para hoy a las 15. Mientras, se espera la que sería la última audiencia de testimonios para el próximo 10 de septiembre.

Un fusilamiento

El 25 de septiembre a las 2 tocaron el timbre. Ya afuera, dos personas se encontraban en la esquina de Güemes y Pedernera haciendo de vigías. Los represores ingresaron a la fuerza por los techos de la casa y la puerta. Obligaron al matrimonio Cobos,  y a Amparo, Cristina, a tirarse al piso. Los golpearon. La empleada se encerró en su habitación con su hijo. Martín, quien dormía en la habitación que antes compartía con su hermano Enrique, fue encontrado por los policías y golpeado brutalmente, al grito “hijo de p…vos sos Enrique”. Logró escapar, trepó las escaleras del patio interno, salió a la terraza y saltó. Allí comenzaron las primeras ráfagas de la balacera que sintieron los vecinos. Oscar Camacho, amigo de Martín, quien vivía al frente de los Cobos, vio cómo su amigo se dirigió a su puerta, mientras desde dos autos que estaban estacionados en la casa de los Cobos disparaban. Martín logró llegar hacia la esquina y dirigirse por Pedernera media cuadra a fin de ingresar a una conexión que había entre dos viviendas para escapar. Pero se encontró con la conexión cerrada y fue entonces que uno de los hombres de cara cubierta lo acribilló enfrente de la puerta de entrada de la casa donde vivía María Encarnación Martínez con sus hermanas y sus padres. Escucharon el fusilamiento y el pedido de socorro de Martín.  Luego del hecho, sintieron a Martín siendo arrastrado hasta la vereda por quien fuera su verdugo, para de allí escapar en los autos que se usaron en el operativo. “Llamamos a la Policía y dijeron que no toquemos nada, que ya iban a venir a ver qué había pasado.  Hasta el día de hoy los seguimos esperando”, dijo Martínez.

En medio de todo esta operación, había una persona con la cara descubierta que “digitaba todo”, contó Cobos. Camacho, por su parte, dijo que a esa misma persona la vio tiempo después, durante la democracia, pero no recordaba su nombre. Cobos, por su parte, reconoció que entre los partícipes estaba Víctor Hugo Bocos, quien está siendo investigado por las torturas que sufriera también otro de sus hermanos, Victor Manuel Cobos, en diciembre de 1976. Esto se encuentra siendo investigado en una causa que involucra al empresario Marcos Levín. El mismo día que falleció Martín, Enrique fue buscado por sus amigos y familiares que lo escondieron por una semana hasta salir de Salta y después del paso por otras provincias, del país. Su hija recién nacida quedó en manos de sus padres, quienes se hicieron cargo de su crianza hasta que él y su mujer pudieron finalmente volver.

viernes, 16 de agosto de 2013

Un coronel fue como testigo y salió imputado

Por Elena Corvalan

El coronel retirado Luis Dubois declaró ayer como testigo en el juicio por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en esta ciudad pero salió con la confirmación de que será convocado a indagatoria como imputado en la causa abierta para investigar la responsabilidad de la plana mayor del Ejército en Salta por las detenciones irregulares realizadas el 24 de marzo de 1976 en perjuicio de un número todavía indeterminado de personas que fueron alojadas en un centro clandestino de detención que funcionaba dentro del predio militar. Esta causa está radicada en el Juzgado Federal Nº 1 de esta ciudad.

Dubois fue convocado a dar su testimonio sobre cuestiones generales del funcionamiento del Regimiento 5º de Caballería en Salta, dado que entre enero de 1975 y noviembre de 1976, estuvo en este Regimiento y en este proceso se investiga, junto a otros 33 crímenes de lesa humanidad, la desaparición del conscripto Víctor Brizzi, el 8 de marzo de 1976, desde las dependencias del Regimiento de Caballería.

A poco de iniciado su testimonio el coronel reconoció que era jefe de Logística y que, como tal, integraba la plana mayor del Ejército en Salta. Esto motivó que el querellante David Leiva desistiera de continuar preguntando, dado que él presentó la denuncia para que se investigue a la plana mayor por las detenciones irregulares. Dubois insistió en que si bien integraba la plana mayor, no participaba en las reuniones, porque sus funciones se limitaban al abastecimiento y mantenimiento: “(El logístico) es el oficial como en los suburbios del cuartel”, minimizó antes de terminar reconociendo que sí había participado de “tres o cuatro reuniones”.
La identificación del coronel como miembro de la plana mayor del Ejército en Salta en los años de mayor actividad represiva en la provincia podría llevar a que resulte imputado también en otros hechos, como la Masacre de Palomitas. Ayer se recordaba en la Fiscalía que Leiva ya pidió la indagatoria del coronel Joaquín Cornejo Alemán (que era subjefe de Caballería) y de su ayudante, el entonces teniente Ricardo de la Vega, y que dejó abierto el pedido de que se amplíe la indagatoria al resto de los miembros de la plana mayor. Solo que no resulta fácil identificarlos porque se suele demorar el envío de legajos. Ayer Dubois falicitó este trámite.
Esta es una de las investigaciones originadas en la megacausa. También se abrirá otra investigación por los detenidos en Tartagal, que fueron alojados en el Regimiento de Monte 28.
Ayer Dubois negó saber de detenidos en el Ejército, y dijo no recordar qué hizo el día del golpe, el 24 de marzo de 1976. Pero, igual que el teniente coronel Marcelo Ricardo Ranfagni (que también declaró ayer), el coronel sostuvo que el Ejército no buscaba a los desertores, con lo que abonó la hipótesis de la querella, de que Brizzi fue desaparecido por su militancia política, dado que en su caso una comisión del Ejército fue a su casa con el argumento de que lo buscaban porque no había regresado tras un permiso.
Otro que no la pasó muy bien fue el teniente coronel retirado Marcelo Ricardo Ranfagni, cuyo primer destino fue Salta, en febrero de 1976, y que participó del Operativo Independencia en Tucumán. Lo pusieron nervioso las preguntas de los querellantes sobre las directivas para la lucha contra la subversión: recordó que en ese año “era subteniente, y tenía 21 años”, y como tal “yo no cuestiono absolutamente nada. (…) Cumplía las órdenes”. Aseguró asimismo que no supo de la existencia de detenidos por motivos políticos en el Ejército.

 Persecución al FRP

El dirigente del Frente Revolucionario Peronista (FRP) Juan Carlos Salomón describió las conexiones entre militantes que luego fueron víctimas de la represión paraestatal y estatal. Entre los militantes del FRP enumeró a las hermanas Torres, los hermanos Estopiñán, Alfredo Mattioli, Ricardo Tapia, Eduardo Fronda y a Luciano Jaime, cuyos crímenes se investigan en este proceso. El FRP mantenía vínculos con Felipe Burgos, y Melitón Bustos, también víctimas.
Para Salomón, la represión de la Triple A estuvo más orientada a perseguir a los militantes del FRP que a la Lista Verde, aunque muchos militantes estaban en ambas expresiones.
Otro militante del FRP, el testigo Luis Iñiguez Vázquez, acusó al civil Juan Manuel Ovalle, que está siendo juzgado en este proceso, como un infiltrado que señaló a blancos para la represión.
 
“Apenas pude cruzar unas  palabras con mi papá”

Luis Eduardo Rizo Patrón declaró ayer por videoconferencia desde Córdoba. Es hijo del ex diputado provincial homónimo asesinado el de 1976, cuyo cuerpo fue dejado en la plaza principal de Metán.
Los represores secuestraron al hijo para asegurarse que Rizo Patrón, que estaba escondido en la ciudad de Presidencia Roque Sáenz Peña, en el Chaco, no iba a ofrecer resistencia. Rizo Patrón hijo fue convocado para contar ese hecho; después de insistir en que no se sentía en condiciones de declarar, ayer finalmente narró los últimos momentos con su padre: “Ellos se fueron con mi padre, nunca más lo volví a ver”, “apenas pude cruzar unas palabras con mi papá”, lamentó. Más tarde reforzó: “La percepción en ese momento es que él sabía y yo sabía que era la última vez que nos veíamos”.
Rizo Patrón era amigo de la infancia y compartía militancia con Roberto Santucho, dirigente del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), cuyo brazo armado era el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). En Salta el PRT tenía vinculaciones con militantes del Frente Revolucionario Peronista (FRP). De hecho, Rizo Patrón fue electo diputado provincial en 1973, en la lista que acompañaba la candidatura de Miguel Ragone.